Las decisiones que tomamos marcan nuestro destino
Lo sabemos, al menos, teóricamente. Tomamos tantas a lo largo del día que ni siquiera nos damos cuenta. Responder o no a este e-mail; hacer o no hacer esta llamada; quedar o no quedar con esta persona; decir o no decir lo que pienso; cambiar o no de trabajo; abandonar o no a mi pareja etc. La lista es interminable. Unas las tomamos rápidamente y otras ocupan más tiempo. Y también hay días en que nos cuesta decidir si tomar una cerveza o mejor un agua con gas; si ponernos la camisa azul o la camiseta blanca. Y hay días en los que recurrimos a la estrategia del “bienqueda”: ser educados (en el mejor de los casos; otros optan por el silencio y no significarse) y no mojarnos. Pero ¡si no sabemos desde qué nivel de consciencia operamos, nos ponemos en peligro a nosotros y a todos a los que afectan nuestras decisiones!
Las decisiones son siempre diferenciadoras, aunque su función sea integradora
Cada vez que decimos “sí”, decimos “no” a todas las demás posibilidades, y viceversa. Es de perogrullo, pero resulta que a menudo no somos conscientes de ello. Aunque, curiosamente, esto no quita que por regla general, pensemos tener “buenas razones” para nuestras decisiones, incluso cuando albergamos dudas sobre ellas. ¡Ojo con aquellos que nunca tienen dudas! Es gente para los que la palabra responsabilidad no existe.
El peso de una decisión no suele tomar cuerpo hasta llegar a un determinado nivel de presión en el que su posible impacto nos hace un nudo en la garganta y pone las tripas del revés: el presente y futuro de nuestra vida puede verse significativamente afectado. ¿¡Susto o muerte!? Por supuesto, también nos damos cuenta de su peso cuando ya es tarde y las consecuencias son hechos.
Toda decisión es una apuestaHaz click para twittearTomar decisiones no es del dominio exclusivo de los altos directivos, aunque se diga que a ellos les pagan por hacerlo. Lo cierto es que la mayoría de nosotros no tenemos ni la más remota idea de lo que subyace a nuestras decisiones; cuáles son sus motivaciones subconscientes y qué tratamos de satisfacer con ellas. El grueso del Iceberg está por debajo de la linea de flotación. Decidimos con la esperanza de “acertar” y de que la “jugada” ojalá nos salga bien.
En el teatro no se habla de decisiones, sino de apuestas. (Los problemas o retos siempre se formulan en términos de un dilema. Tener una opción, no es tener opción. Tener dos opciones con el mismo valor del 50%, es un dilema. Tener libertad real de decisión empieza a partir de tener tres opciones.) Un actor tiene que saber necesariamente qué hay en juego para su personaje: qué puede ganar, qué puede perder y si las decisiones le acercan o le alejan de su objetivo. Y como es natural, la trama sería aburrida si al personaje le fuera bien, el drama sube la apuesta hasta que el/la protagonista esté realmente contra la espada y la pared y se revele de qué pasta está hecho. ¡Qué emoción!
Se trata pues de rebajar el nivel de incertidumbre y de minimizar el riesgo. Es lo máximo que podemos hacer. Ser libre significa asumir la responsabilidad de ese margen de error. Pero sin definir un objetivo y teniendo claro el propósito, tomar decisiones de peso se convierte en una tortura y un peligroso juego de azar.
Somos lo que vemos y vemos lo que somos
Según lo que somo y vemos, tomamos decisiones y actuamos. En otras palabras, las decisiones que tomamos están directamente vinculadas con nuestro nivel de consciencia, y la consciencia está estrechamente relacionada con nuestro desarrollo psicológico. A medida que vamos satisfaciendo nuestras necesidades humanas, nuestro nivel de consciencia puede acrecentarse y cambiar nuestras motivaciones y el modo en que tomamos las decisiones. Pero no hay persona en el mundo que no haya sufrido, de una u otra forma, un daño en lo que se refiere a los niveles más básicos de las necesidades humanas: seguridad, amor/pertenencia o autoestima.
Muchos de nosotros no nos damos cuenta de nuestras motivaciones subconscientes hasta bien entrados en la madurez, y otros no llegan nunca a averiguarlo y se niegan a sí mismos poder curar las heridas del pasado y tomar las riendas de su destino. En lo siguiente, quiero hacer un breve bosquejo de cómo afecta nuestro nivel de consciencia y la satisfacción de necesidades básicas a nuestras percepciones, motivaciones y toma de decisiones, yendo del nivel más bajo al más alto.
Toma de decisiones basadas en el instinto
Estas decisiones son del dominio prácticamente exclusivo de nuestro cerebro más arcaico, el cerebro reptiliano. Son decisiones automáticas e inmediatas (aprox. 0,5 seg.) La acción precede al pensamiento consciente. Las reacciones del cerebro se disparan por el reconocimiento de patrones archivados en nuestro banco de memoria que se encuentra en el ADN propio de nuestra especie; son, por tanto, decisiones basadas en el pasado. Las decisiones basadas en el instinto son motivadas por la supervivencia, la satisfacción de necesidades fisiológicas y la perpetuación de la especie. El cerebro reptiliano reacciona frente a una amenaza con ataque o huida y no tenemos el control sobre nuestras palabras, acciones, comportamientos y funciones del cuerpo. (pensamiento rápido*)
- Toma de decisiones basadas en creencias subconscientes
Estas decisiones son del dominio del sistema (cerebro) límbico. También son automáticas e inmediatas y la acción precede igualmente al pensamiento consciente. La diferencia está en que estas reacciones se disparan en función del reconocimiento de patrones archivados en nuestra memoria personal, es decir, experiencias personales del pasado. Las decisiones son motivadas por la protección de nuestra integridad física o psíquica (evitar el dolor); o por la oportunidad de acumular o intensificar las necesidades básicas de las que el Ego cree carecer: más seguridad, más amor, más reconocimiento (ganar placer). El cerebro límbico reacciona frente a una amenaza fundamentalmente con evitación. En la práctica significa que somos reacios al conflicto (representa separación e inseguridad) y tendemos a culpar a otros para evitar el castigo o sentirnos mal.
Siempre que nos sintamos impacientes, frustrados, irritados, culpables o enfadados, sabemos que nuestra toma de decisiones está dominada por nuestras creencias subconscientes. También perdemos el control sobre nuestros actos, palabras o comportamientos. El mejor consejo es no tomar decisiones “en caliente”, respirar profundamente y esperar. (Aunque no eternamente: no tomar una decisión, también es una decisión.)
- Toma de decisiones basadas en creencias conscientes
Estas decisiones son del dominio del neocortex, nuestra parte del cerebro más evolucionada. Las creencias conscientes son supuesto que tratamos como verdades.El salto cualitativo está en la introducción de una pausa entre estimulo y respuesta(el pensamiento se dispara < 0,7 seg.). Esta pausa nos da el tiempo suficiente para entender qué está pasando y cuál es el significado que le damos a una determinada situación antes de responder a ella (pensamiento lento*). La pausa puede alargarse y dar tiempo a consultar a otras personas y tener a disposición diferentes puntos de vistaantes de responder; de manera que el pensamiento consciente preceda a la acción.
Las decisiones se toman en función de lo creemos saber y conocer (el pasado se proyecta sobre el presente y futuro: el famoso más de lo mismo). Sin embargo, estamos básicamente en control de nuestras actos, palabras y comportamientos. La motivación fundamental es reafirmar nuestras creencias (poca escucha y percepción limitada). Es evidente que las creencias conscientes no nos sirven de mucho frente a realidades complejas y situaciones que aún no hemos experimentado.
- Toma de decisiones basadas en valores
El ascenso hacia este nivel de consciencia es delicado y nada fácil. Requiere pasar por un proceso de individuación que implica examinar nuestras creencias aprendidas en el pasado y soltar aquellas que ya no nos sirven o aquellas que ya no consideramos verdaderas. O dicho de otra forma, tenemos que actualizar el sistema operativo: un acto voluntario de responsabilidad (response/ability – habilidad de responder en lugar de reaccionar a una situación). Es dejar atrás los miedos del Ego y dar el paso al control sin control, como un funambulista atento, flexible y enfocado sobre el alambre.
Las creencias son siempre contextuales mientras que los valores son universales.Todos los seres humanos compartimos una serie de valores fundamentales. La toma de decisiones basada en creencias tienden a la separación, las que se basan en valores compartidos, a la unión. Los valores nos permiten crear un sistema operativo más auténtico que nos permite no tener que “esconder” nuestros sentimientos y poder conectar con los demás. Una vez que comenzamos a meditar sobre nuestras creencias, emergen pensamientos acerca de lo que es importante para nosotros. Y de forma natural surgirán una serie de valores que queremos vivir. Para poder experimentarlos traducimos los valores en reglas y comportamientos capaces de expresarlos de forma tangible.
Cuando tomamos decisiones “lógicas”, pero que van en contra de nuestros valores, nos sentiremos inmediatamente incómodos. Debemos enfocarnos en tomar decisiones que nos hacen sentir bien, en lugar de perseguir lo que nuestro Ego cree necesitar. Los valores están alineados con las necesidades del Ser (alma) y no del Ego. Por tanto, frente a una situación en la que tenemos que tomar una decisión podemos preguntémonos antes, ¿qué valores quiero que la sustenten? Las decisiones basadas en valores expresan quiénes somos realmente y quiénes queremos llegar a ser.
- Toma de decisiones basadas en la intuición
Llegar a este nivel no ocurre de la noche a la mañana. Aunque hayamos experimentado intuiciones en los niveles anteriores, poder operar en el nivel intuitivo no sucede antes de haber transitado por los niveles anteriores y de habernos dado permiso para enfocarnos en las necesidades más elevadas del alma. La intuición nos abre acceso al inconsciente colectivo que reside en el campo cuántico, inaccesible a nuestros sentidos.
Cuando tomamos decisiones a nivel intuitivo, los pensamientos, creencias y deberes quedan en suspenso. No se valora ni enjuicia una situación. La mente está relajada, quieta y vacía. Las intuiciones aparecen de repente; a menudo en momentos inesperados. La intención de la intuición es la integración de diferentes niveles de información en un Todo. Crear las condiciones para que las intuiciones puedan aparecer requiere de práctica continua y de disciplina. Con el tiempo la confianza en este nivel de información va creciendo, lo que favorece que las intuiciones aparezcan con más frecuencia.
- Toma de decisiones basadas en la inspiración
La inspiración describe la más profunda dimensión de nuestro ser, aquello que lo anima o alienta. A través de la inspiración nuestro alma nos envía mensajes en forma de pensamientos o imágenes acerca de qué debemos hacer con nuestra vida.Estos pensamientos son persistentes y no se van. La inspiración nos indica el siguiente paso a dar y no se da por satisfecha hasta haber conseguido su propósito. No seguirla puede acarrear consecuencias emocionales graves.
¿Qué diferencia hay entre intuición e inspiración? La intuición no es directiva. Es un pensamiento o certeza que aparece súbitamente y que nos permite captar una situación concreta al instante. Mientra que la inspiración es sumamente directiva, persistente y obsesiva. La imagen o pensamiento necesita ser llevado a cabo. La inspiración reclama acción inmediata. La intuición y la inspiración tienen en común el momento de clarividencia repentino.
La intención de la inspiración es mantener la vida en estado de flujo. El “momento de inspiración” pueden alargarse durante un tiempo largo y mantener el estado de flujo y clarividencia . Con la inspiración la vida adquiere una cualidad mágica;múltiples sincronicidades llegan a nuestra consciencia que la alimentan y renuevan. Empezamos a darnos cuenta de que nuestra vida no nos pertenece. Nuestra vida es patrimonio de nuestro alma al que servimos. El Ego se retira cuando el alma reclama el protagonismo. La vida ya no es algo que nos sucede, sino un fenómeno que ocurre a través, por y para nosotros.
El propósito del sistema humano, como de todos los sistemas, es conseguir estabilidad interior o emocional (homeostasis) y equilibrio exterior o social (evitar la entropía). Es decir, tener una conciencia clara de quiénes somos y desde dónde respondemos (satisfacer las necesidades del ego o necesidades del alma) a los continuos cambios en el mundo exterior. La consciencia hace que el sistema sea efectivo, resiliente y sostenible. Visto así, el destino no está escrito. En nuestras manos está asumir el reto de evolucionar hasta las cotas más altas de la consciencia para escribir con cada decisión el futuro que queremos experimentar, hoy.
¿A qué nivel de consciencia estás operando tú?…
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Originally posted 2017-10-20 08:57:13.