Si tratásemos de encestar diez veces un bola de papel en la papelera y acertásemos una vez, ¿valoraríamos lo que aprendimos cuando acertamos? o ¿nos diríamos lo inútiles que somos?
Generalmente el fracaso tiene una clara connotación negativa. De hecho lo que de modo descriptivo, es únicamente un resultado diferente al deseado, supone para muchas personas una vergüenza.
El fracaso es una parte inherente del éxito. Es como aquellas heridas que nos hacíamos de pequeños y que nos dejaban esas cicatrices de las que tan orgullosos estábamos. Las mostrábamos como prueba de nuestra valía y arrojo. Y en ocasiones inconsciencia.
¿En qué momento de nuestras vidas cambiamos el orgullo de haberlo intentado por la “deshonra” de haber fallado a la primera?
Hay organizaciones que valoran positivamente el fracaso a la hora de establecer una relación profesional. Porque lo entienden como esas cicatrices, te arriesgaste y obtuviste algo diferente de lo que pretendías, pero y esto es lo más valorado, aprendiste.
Nada ha cambiado salvo mi actitud, por eso todo ha cambiado. Rabindranath TagoreHaz click para twittearEs una cuestión de actitud, nuestra actitud respecto a lo que consideramos verdaderamente importante. La actitud que decidimos tener ante lo que nos sucede en la vida, esa con la que afrontamos el día a día, lo que nos gusta y lo que nos disgusta, todo aquello que nos hace crecer.
Kyle Maynard en su video “Sin Excusas” nos regala su Actitud.
Video compartido por Talent Institute
Seguir leyendo: El regalo de escuchar